martes, 21 de junio de 2011

Accidente en Xola y Uxmal



Durante el 2008, los múltiples trabajos para la construcción de la segunda línea del metrobús se extendían sobre el eje 4 Sur, en el Distrito Federal. Al final del año, los trabajos se aceleraron de manera importante provocando situaciones extrañas, caos e inseguridad. Sobre esta vialidad, en el cruce con la avenida Cuauhtémoc, se construía la estación que ahora se conoce como Etiopía ó Plaza de la Transparencia.
En el mes de junio alquilé un departamento en la parte alta de un edificio, precisamente frente a las obras de la estación #10 del metrobús capitalino.
Diariamente, durante semanas, observé desde el balcón del departamento una gran cantidad de incidentes automovilísticos: choques de todo tipo, bicicletas, carros, camionetas y motocicletas, un atropellado, un auto incrustado en la óptica de la planta baja del edificio, patrullas, ambulancias, conductores prófugos, aseguradoras, cientos de curiosos… Alrededor de veinte accidentes y percances ocurrieron en esta peligrosa esquina de la muerte, en el cruce de Xola y Uxmal, en la colonia Narvarte.

lunes, 20 de junio de 2011

Parapente



Alguien acecha siempre desde el árbol del patio o entre los techos de las casas, que son escondites familiares y efectivos. Hay que tener a la mano una plataforma de escape, un pasadizo cercano o cualquier cosa de la cual colgarse o tirarse bocabajo si fuera necesario. Lo imprevisto brinca como una liebre.
En ocasiones, Lams y yo nos escondíamos detrás del zapote, en el techo bajo del cobertizo; no había pierde, éramos adolescentes y teníamos ganas de chingar gente. El gran árbol del patio era el lugar perfecto, llevábamos en las manos proyectiles suficientes: un cúmulo de zapotes grandes y duros como piedras. Aguardábamos entre las ramas, éramos pacientes. En esos días no había tiempo ni desesperación…
Vimos pasar un camión lleno de soldados o polis armados hasta los dientes, no lo pensamos dos veces. Los dos tiramos los zapotes haciendo el mismo movimiento, al unísono. Lanzamos los proyectiles con toda nuestra fuerza, los vimos volar bajo y horizontales, dirigiéndose directamente a la cabeza de uno de los agentes. El tipo llevaba una metralleta y una casaca de balas que le cruzaba la espalda. Los zapotes zumbaron en el aire y se despedazaron sobre su casco, el tipo se tambaleó gritando sobre el camión. Los demás soldados giraron nerviosos para descubrir a los agresores, alzaron sus armas, encañonando como cerdos, ¡tenían caras de cerdos vengadores! Lams y yo logramos tirarnos de cabeza desde el techo en el que estábamos, nos agarramos como pudimos de los viejos muros de la casa, cayendo hasta el patio en unos cuantos segundos. Nos hicimos algún daño, pero no hubo mayor problema, éramos jóvenes y ágiles. Aún llevábamos un zapote en cada mano...
Salvamos la vida y los cerdos del camión siguieron su camino sin saber de dónde habían salido los zapotazos. El árbol del patio era una guarida segura. Pasamos así todo el verano, escondidos y aburridos, riendo hasta la muerte en el calor de la península. ¡Teníamos nuestro cuartel parapente escondite!


domingo, 19 de junio de 2011

Mosquitos



Recuerdo una tarde después de una larga caminata. Había llegado a la orilla de una laguna. Caminé por el sitio durante horas. Llevaba mi cámara en la mochila y también una libreta de notas, pero era difícil hacer algo porque el lugar estaba infestado de mosquitos; había una gran nube de ellos sobre mí. Yo no podía hacer otra cosa más que manotear para alejarlos, sin dejar de moverme de un lado a otro. Así que allí estaba yo, sudando como loco y matando todos los mosquitos posibles. Después de algún tiempo, me sentí bastante agotado y estaba a punto de largarme del lugar cuando descubrí un pequeño letrero entre los árboles. Decía simplemente “No matar mosquitos".